sábado, diciembre 30, 2006

El fallo de la CIDH

A su edad, Aldo M. ha descubierto que él también había sido una víctima de la violencia política en la modalidad de persona que se sacude por el estruendo de una bomba a veinte cuadras del lugar del cóctel, y que en otra oportunidad terminó rampando en el suelo de una sala, por la balacera que ocurría en otro distrito. Con esos títulos honorables se ha manifestado contra el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que según dice premia a los terroristas en vez de indemnizar a los que sufrieron la barbarie.

Por cierto la Corte no reparte premios sino sanciones. Y en este proceso lo que ha juzgado es si el Estado es corresponsable de las decisiones tomadas por Fujimori y su gobierno de eliminar a medio centenar de dirigentes y cuadros senderistas en el penal de Castro-Castro, que se encontraban bajo sentencia o en proceso de juzgamiento, pretendiendo que este acto era parte de una “nueva estrategia” de enfrentamiento, con la que se quería legitimar el golpe de Estado del 5 de abril, mostrando que la dictadura podía hacer cosas en el terreno de la contra-violencia que la democracia esta vedada para realizar.

El veredicto de la CIDH dice que no hubo motín, ni se arrebataron armas como había sucedido en 1986, lo que agrava la culpa porque se trató de un simple asesinato de prisioneros que no podían defenderse. Si García-Giampietri son definitivamente responsables de haber aplicado una represión desproporcionada y de realizar ejecuciones de rendidos (aunque hayan podido evadir la justicia, hasta ahora), Fujimori-Montesinos lo son de haber decidido sobre la vida de personas específicas mandadas a eliminar. Ese fue un crimen alevoso, no obstante que los muertos cargaran sus propias culpas y muy a pesar de los aplausos de prensa a esta acción, entre los que deben haber estado los de Aldo M.

Cualquier pronunciamiento eximiendo al gobierno en nombre de los delitos imputados a los prisioneros, establecería el criterio de que las sentencias del poder judicial son irrelevantes y que el poder ejecutivo puede hacer lo que le parezca –según su estado de ánimo-, con los que se encuentran privados de su libertad. No es la Corte, ni los familiares de los fallecidos los que crearon el problema que se está discutiendo, sino Fujimori como cabeza del Estado. Por ello la frase “a mi no me importa Fujimori, que se joda, lo que no quiero es indemnizar terroristas”, que utiliza el director de “Correo”, no solamente está fuera de lugar, sino que es el equivalente a no me importa si fue una dictadura, sino que instauró el modelo económico del que disfrutamos, que se usa para Pinochet y para el mismo Fujimori.

Pero si importan los procedimientos con que se hicieron las cosas, porque en ellos están contenidas las garantías generales que ofrece la sociedad y el Estado a los ciudadanos. Los que dicen que les preocupan las víctimas y que los demás se frieguen, no toman en cuenta la cantidad de verdaderas víctimas que esto produjo (represión indiscriminada, abusos contra civiles, presos inocentes, etc.) y ni siquiera perciben su propio elocuente silencio en el caso de los campesinos ronderos de Chaca, Ayacucho, que ya llevan dos semanas en los calabozos de la DIRCOTE, a pesar de que el gobierno sabe que no tienen nada que ver con la emboscada que acabó con la vida de cinco policías y tres civiles en la vía de entrada al valle del río Apurímac. Estas personas perdieron familiares en la guerra e hicieron frente a Sendero Luminoso, pero a muy pocos parece escandalizar que se les acuse gratuitamente y que el Estado no reconozca que cometió un “error” al apresarlos. Los antiterroristas de los diarios no son capaces de ver lo que pasa en el país real, más allá de los sentimientos de algunos barrios acomodados de Lima, que reflejan en sus páginas.

Y que no vengan ahora con lo de la injerencia externa, los fanáticos del TLC, que si un tribunal internacional les dice que paguen lo que el Perú no compró o lo que le vendieron malogrado (radar, barcos, etc.), dirán que se acata de todas maneras, porque es una corte internacional, de esas en que cada vez están enredando más al país. ¿Por qué creen que la justicia global es tan buena cuando se trata de negocios, y tan peligrosa cuando se trata de garantías de derechos humanos? Al final, cuando uno se somete a un tribunal, acepta sus fallos, aún los equivocados Eso lo sabe hasta Aldo M. El asunto es que el escándalo es un buen pretexto, como lo es también el debate sobre pena de muerte, para poner en crisis nuestra relación con el sistema de derechos humanos, como si fuera en realidad un obstáculo para el combate antiterrorista.

Para el ciudadano común y corriente esta pueda parecer una discusión ajena hasta que choque directamente con su derecho. ¿Deben los Estados responder por sus actos cuando estos constituyen violaciones graves a los derechos protegidos por la ley y por el sistema universal?, ¿deben tener posibilidad los ciudadanos que se consideran agredidos a revisar su causa en tribunales internacionales –ajenos a las pasiones locales-, cuando han agotado las vías regulares? Estamos viviendo y empezando a comprender estos nuevos componentes del eterno dilema de los seres humanos de contar con protecciones eficaces frente al abuso del poder. Los conservadores, los defensores de las minorías privilegiadas, los autoritarios de todo pelaje, los que defendieron su propia influencia sobre el Estado con uñas y dientes en este año que termina, tampoco quieren la justicia supranacional. Que tampoco es ninguna panacea, pero que es un elemento que abre una vía para salvar injusticias flagrantes, como la que sufrían los trabajadores municipales que no querían ser repuestos ni indemnizados por diversos alcaldes, los deudos de la Cantuta o los familiares de las dos matanzas de los penales ocurridas en el Perú.

Sólo Fujimori se había atrevido a intentar salirse del sistema de derechos humanos con el pretexto del terrorismo. Pero ahora la puntería está sobre García para que repita el papelón internacional, sólo que el papel de Laura Bozzo, lo cumple ahora Aldo M. Que se joda Fujimori si es que tenemos a García para que haga lo mismo, podría ser el resumen final.

30.12.06

Pd: el anuncio del “plan terrorista” de los círculos bolivarianos que actúan abiertamente en Lima desde hace años y que expresan a diversos núcleos de jóvenes izquierdistas con relaciones con organizaciones de otros países, es una buena muestra de lo que sostenemos en este artículo. Dejar a este gobierno, a la policía y a la prensa a lo Aldo M., a cargo de “defendernos”, puede convertir a cualquiera que exprese una posición crítica o que piense distinto, en un “posible terrorista” que publica en la Interne t. Estamos ante un abuso inaudito contra el que hay que protestar enérgicamente, una amenaza contra la libertad de pensamiento y organización.


http://rwiener.blogspot.com/

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