martes, junio 26, 2007

Constitucionalistas

Podrán tener el currículo más sobresaliente: títulos académicos, publicaciones, conferencias, altos cargos ocupados durante la vida, etc.; las más solventes respuestas, a parlamentarios no tan solventes; puede que no hayan más Ríos entre los finalistas, aunque no estemos tan seguros de ello; pero lo que es evidente es que a todos los candidatos a miembros del Tribunal Constitucional les ha faltado absolutamente el mínimo de decencia y dignidad para rebelarse frente al manoseo del que han sido objeto.

Han estado ausentes una o más renuncias en medio de este feo trasiego de personas de los últimos días. El Congreso y la prensa los han zarandeado a su gusto, y los ilustres doctores, impertérritos. Y esto me hace pensar en los magistrados del año 87, que lo arriesgaron todo para oponerse, con los principios de legalidad de su lado, a la re-reelección fujimorista. ¿Hay punto de comparación entre las actitudes de los unos y de los otros? Me temo que no. Los 16 supervivientes han funcionado pensando visiblemente que lo principal era mantenerse en el bolo a cualquier costo. Ni los mal calificados, ni los que han sido bombardeados por objeciones éticas, ni los que fueron respaldados por fuerzas políticas que declararon luego su repudio a la totalidad del proceso, ni los profesores eminentes, etc., no ha habido uno que se separe del Pastor que ahora parece borrego o de la Cabanillas y su estilo autoritario, y brinde una lección de entereza al resto de los peruanos.

Si todos los argumentos que se han dado para volver a fojas cero y empezar a establecer un nuevo sistema de selección de magistrados del más alto nivel: que no se hizo una evaluación con garantía y hasta se les pasó un mafioso; que el país no quiere componendas y en la dispersión actual del Congreso, no se pueden reunir 80 votos sin que de por medio hayan compromiso políticos; que García metió la mano y la boca en el proceso, mostrando que estaba, por algún motivo, más que interesado en la aprobación rápida de la nómina, con la inclusión del ahora famoso Ríos; que han aparecido colaterales con el oficial mayor, el periodista de confianza de la presidencia del Congreso, el papel de Cabanillas; etc.; no han provocado un asco suficiente como para que la crisis alcance a los postulantes, debe ser porque la moral política de estos años en el Perú está trastocada y cada uno entiende que los cargos son todo, y la respetabilidad pública y el buen nombre no cuentan un pito si se está a un solo paso de la cumbre. Dicen que ser parte del Tribunal Constitucional exige las más altas calificaciones éticas. ¿Y dónde vamos a medir estas cualidades si no es en la actitud ante las crisis importantes que afectan la credibilidad de las instituciones?

Viéndolo bien además, en la perspectiva de lo que ocurrirá hacia el próximo miércoles, que es cuando se pretenderá repetir el plato de elegir sobre una nómina desgastada, con mínimo tiempo para una justa revisión de lo actuado, de los méritos que nos han estado anunciando (no probando), lo que va a pasar es que se producirá un entrampamiento y toda negociación para superarlo será visto como la nueva componenda. No hay forma de hacer ganar sin sospechas a cuatro que todos acepten, y que no susciten la denuncia de los que queden desairados. Y eso va a pesar como otro baldón entre los candidatos. Lo que se les viene es u otra elección con sombras o la neutralización de los partidos unos frente a otros. Lo razonable era, por cierto, volver a forjas cero e intentar una procedimiento diferente con participación de la sociedad civil, como lo dijimos y ahora lo repite mucha gente. .

Se imponía un cambio, en este momento, en plena crisis, con todos los riesgos, en caliente, y dentro del tiempo que fuera necesario, de las reglas de la elección. Pero se ha preferido retroceder a presión, por etapas, en gran desorden, emitiendo toda suerte de señales confusas. La misma hostilidad a la idea de la Asamblea Constituyente, que es la del temor a que el cambio reste poder a algunos a favor de muchos, paraliza y obliga a refugiarse en los sistemas que vienen del fujirmorismo,

Esto, por supuesto, hace sospechar con justa razón que hay alguna trampa en esta elección y en la necesidad de contar con ciertas personas en el Tribunal Constitucional. Y que los que no son parte del enjuague están haciendo el juego sin proponérselo.

22.06.07

www.rwiener.blogspot.com

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