martes, julio 03, 2007

Malestar social

La situación social es grave, pero no tanto. Hay una sorprendente escalada de huelgas, pero no hay peligro para el gobierno. Cosas como estas son las que se están leyendo en las columnas políticas de estos días. Uno nos recuerda que también con Toledo dijeron que se caía, y no se cayó. Y otro que ahí también habían muchos conflictos. Parece pues que la orden es hacer notar que no es que no nos damos cuenta que hay incendios, pero que no debemos preocuparnos demasiado. También García ha dicho que todo lo que está pasando es cosa de “grupos pequeños y focalizados” y como para identificarlos nos ha dado como dato clave que se trata de los “enemigos del cambio” (¡!).

Los “grupos pequeños y focalizados” han logrado parar en los tres últimos meses: a Ancash, Huánuco, Piura, Loreto (Iquitos, Yurimaguas), Arequipa, Tacna, Cusco (La Convención), Junín, Puno, Huancavelica, Ucayali. Y han puesto en huelga a mineros, maestros, docentes universitarios, trabajadores textiles y confecciones, trabajadores de agroexportación, cementeras y otros. Un escenario como no se vivía desde finales de los 80, cuando por casualidad gobernaba un presidente de igual nombre que el actual. Imagínense que los grupos fueran grandes y generalizados.

Además no es sólo un asunto de número de conflictos, que desde principios del gobierno se han multiplicado por tres. Está la gran cuestión del paso de lo local a lo regional. En la primera mitad de los 2000, se peleaba contra gestiones municipales antipáticas (caso extremo, Ilave), y con empresas mineras que llegaban a desacomodar la vida y la actividad agrícola de las comunidades. Hoy se está exigiendo participación en el crecimiento económico, ser parte de la mejora que se proclama por todas partes. Las regiones con más recursos se rebelan, ¿cómo explicar eso? Los trabajadores del sector exportador, para los que dicen que están haciendo toda la política económica, incluido el TLC, exigen sindicatos, negociación colectiva, fin de los services y la tecerización, mejoras salariales, o sea hacen evidente que no se sienten parte del éxito del modelo.

A Toledo, por supuesto, no lo iban a tumbar las movilizacioness y los paros, aunque los dirigentes vociferaran en la calle que iban a hacer una nueva marcha de los Cuatro Suyos. La posibilidad que existió en esa etapa era que el Congreso lo destituya por haber fallado al mandato esencial de recuperar la confianza en la moralidad del Estado, después de la noche de la corrupción. Toledo merecía ser echado porque destruyó el espíritu de la llamada transición y es en gran medida responsable que ahora tengamos a García de regreso, sin haber aclarado ninguna de las acusaciones que pesaban en su contra.

Hoy seguramente tampoco cabe hablar de un escenario tipo Ecuador, Bolivia o Aregentina, donde la gente echó al presidente y forzó el cambio. Pero lo que si es evidente es que cada día existe menos gobierno en el país. Están corriendo detrás de los problemas, como bomberos. Y García, según su ánimo, apoya unas demandas y condena otras, como si no fuera una tendencia general en desarrollo. ¿Qué viene después de esto? Es difícil saberlo, pero todo indica que en un cierto tiempo tendremos muchas más movilizaciones. ¿Seguiremos recomendando, que no hay por qué preocuparse?

02.07.07
www.rwiener.blogspot.com

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