viernes, octubre 12, 2007

La censura que no fue

¿Hay algo que aprender del fracaso del intento de censura de Alva Castro? Por supuesto que sí. Lo primero es reconocer que Raffo tenía razón cuando afirmó que la abstención fujimorista iba a trasmitir un mensaje. Efectivamente el único que pudo trasmitir algo esa tarde fue la banda del chino que encabezó el lote de los diez que podían haber decidido la caída del mochero, pero no lo hizo. O sea que, más adelante, podrán decidir como no han decidido ahora, si el APRA no se porta con ellos, como ellos quisieran que se porten, específicamente en el caso de su líder prisionero.

Lo segundo, es que los demás no tienen mensaje que ofrecer. El APRA, porque salvar la censura, no evita el bochorno público y la inevitable caída del ministro de los patrulleros y las bombas lacrimógenas, y una baja adicional del gobierno en las encuestas. El sólo hecho de que García descubra ahora que sus ministros no sirven para comprar y tenga que trasladar la tarea a un órgano supuestamente especializado por el que pasarán miles de millones, es una manera de despedir al incapaz de la avenida Córpac. O sea, no nos censuraron, pero nadie cree que es porque no lo merecíamos, ni siquiera, los apristas.

En cuanto a la UPP, la lección es que la ética política a lo Vega Antonio, de mantener una bancada de veinte para negociar, bajo el principio de que así todos ganan, y dispersos todos pierden, ha llegado al máximo de su estiramiento. Porque ahora hay algunos que están ganando con su dispersión, como Estrada, Gutiérrez, Beteta, León, entre otros, que están en vías de un entendimiento cada vez mejor con los apristas. Después de creerse el más criollo de los políticos criollos, Vega está aprendiendo que una bancada sin principios, no es más que una bancada sin principios, y sin lealtad, ni siquiera a Vega.

Hay más. Unidad Nacional es, a estas alturas, una UPP de derecha (la verdadera no se sabe, de qué es). Y los de Castañeda son aquí el equivalente a los de Estrada. La ilusión de la derecha culta y legítima se ha extinguido en los lugares comunes de la Morales (la gobernabilidad, el peligro nacionalista, que se ve mal que estemos censurando ministros, etc.), la permanente fuga de Tapia en los momentos críticos, los enredos de Castro y la confusión del PPC y sus invitados, que todavía se preguntan si serán algo después de pelearse con el alcalde Lima. Alianza Parlamentaria es un sancochado parecido que no sabe si es expresado por Lescano, Bruce o Perry (que no fue a la votación), pero lo principal es que no decide nada.

Finalmente los nacionalistas que mantuvieron la cohesión de su bancada, también han aprendido que eso no sirve de mucho. Tal como está estructurado el Congreso actual, los de Humala podrían ser hasta el 49%, como fueron en las elecciones, y no por eso pasarían de ser el grupo de los que sobran. Esto se estableció en la campaña del 2006. Hagan lo que hagan, siempre habrá algunos que digan que peor que traficar con patrulleros, bombas lacrimógenas, ambulancias, transfusiones de sangre, privatizaciones, donaciones a damnificados, o cargos en la mesa directiva, es permitir que el partido contra el que nos jugamos todos en la segunda vuelta, gane ahora alguna votación en el Congreso. Y en ese argumento está la coartada para lo que pasó con la mesa directiva en julio y con la censura en octubre.

O sea, si la pregunta es: ¿y en dónde está la oposición parlamentaria, si el gobierno sólo tiene 36 votos en el Congreso?, habrá que contestar que miren lo de la censura y saquen sus conclusiones.

12.10.07
www.rwiener.blogspot.com

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