martes, septiembre 23, 2008

La espera y el desastre en marcha

El primero que dijo que había que esperar fue Bush. Antes de las elecciones, ¿quién se mete a reconocer que ha hecho la peor política económica que podía hacerse, y a meterle un ajustón a sus paisanos, de esos que en el sur hemos tenido cantidad? Por ello el presidente y el aparato económico que lo acompaña (el secretario del Tesoro y el jefe de la FED o BCR gringo), optaron por una extraña heterodoxia: cada vez que flaqueaba la economía gringa se metían una bajada de la tasa de interés, abarataban el dólar frente a otras monedas y le trasladaban la recesión al resto del mundo. Y todo esto mientras “esperaban” que se limpiase el terreno de los créditos sin respaldo, o que por lo menos llegase el nuevo gobierno que tendrá que subir las tasas para detener la espiral inflacionaria que ya ha comenzado, y pagar el precio de un fuerte desempleo y la baja del consumo.

Los que, a continuación, dijeron que había que esperar fueron los demás líderes de la economía mundial, en Europa, Canadá, Japón, China y otros, cuyos Estados y entidades financieras estaban atadas a los movimientos de dinero en Wall Street y el imperio yanqui, y que se habían soplado buena parte de las hipotecas basura y demás préstamos sin retorno generados en Estados Unidos, por aquello de que si viene respaldado por el sello “americano” debe ser bueno, y habían especulado también en sus propios mercados con las posibilidades de la desregulación. Para todos estos, esperar, era ver para donde daba su primer paso el gigante, que en realidad no daba ningún paso hasta que de un momento a otro se evidenció la profundidad del desastre y empezó la carrera loca de los rescates de cifras alucinadas que nadie sabe donde va a terminar.

En el Perú también tenemos un gobierno que ha dicho que hay que esperar con “optimismo, firmeza y confianza”, en otras palabras que no hay que hacer nada frente a un mundo que convulsiona, y que en todo caso hay que gastar menos para cuando haya menos ingresos no estemos acostumbrados a gastar tanto (sabia filosofía del ministro de economía). Pero tenemos una economía volcada al mercado externo (en vísperas de TLC) y adicta a la inversión, el crédito externo y los alimentos importados, a más del consumo de lujo que se satisface de afuera: ¿qué se puede esperar con todo eso?, ¿es verdad que somos fuertes con nuestras reservas equivalentes más o menos a la mitad del costo de la quiebra del Banco Lehman, para poner sólo un ejemplo?, ¿hacia donde estamos mirando para los próximos años, cuando todos los países abandonan la espera y empiezan a buscar la forma de protegerse?

Agárrense. Pero todo indica que García no tiene idea de la que se le viene

24.09.08
www.rwiener.blogspot.com .

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