domingo, enero 31, 2010

Nacionalismo

En el 2005, hacían 15 años, que en el Perú estaba prohibido hablar de nacionalismo.

Uno de los sentidos comunes generados por la crisis era que no había salidas hacia dentro de la economía y que nuestro destino no iba más allá que ser parte de las corrientes de la globalización.

Las propias izquierdas no escapaban al sentido de las mareas. Y de allí tanto afán de encontrar aliados hacia el centro del sistema político. Y de sustituir banderas que creían desgastadas por discursos más modernos sobre la inclusión, la descentralización y la democracia.

Pero ya en junio del 2005 circulaba entre sectores políticos y periodísticos una encuesta[1] que señalaba que el 31% de los peruanos se definía políticamente como nacionalista, por encima de otras categorías como derecha, izquierda o centro, y más del 60% creía necesaria la nacionalización de los hidrocarburos y una cifra semejante la de la minería.

En esa misma consulta se veía por primera vez un avance del precandidato Ollanta Humala hasta un 10%, que contradecía a las estimaciones públicas que lo daban por debajo del 5%. Pero iban a pasar algunos meses para que la ecuación Humala-nacionalismo se revelara más claramente. Y algunos más para que la relación con lo que estaba pasando en el continente apareciera evidente.

En abril de 2006 el nacionalismo obtuvo la primera votación en la vuelta del descarte y en junio del mismo año llegó un poco más arriba del 47% contra todos los partidos políticos.

Algunos dicen que esta era una votación de protesta (antisistema) que equivalía a ningún planteamiento. Pero si se mira seriamente lo que realmente pasó, el voto ciego, con narices tapadas, a lo que venga, fue el otro, que ungió a García presidente por segunda vez.

En cambio hay una línea de continuidad entre los conflictos y movilizaciones sociales, de los últimos años y los temas que estaban en la campaña 2005-2006: recursos naturales, derechos comunales y regionales, concesiones y privatizaciones, apertura de mercado y producción nacional, servicios públicos e infraestructura económica, Constitución de 1993 y capítulo económico.

Tiene razón el director de El Comercio[2] cuando dice que el nacionalismo, aquí, en Venezuela, Ecuador o Bolivia, es una reacción al neoliberalismo. El punto es saber de qué sirve constatar esto si lo que sigue es una afirmación en el sentido de que hay una contraposición entre nacionalismo y universalismo, en un mundo que tiende a la globalización.

¿Quiere decir que no hay salida al neoliberalismo porque prevalecerá la globalización?, ¿o es que existe algún universalismo que nos salve del imperio de las grandes finanzas y de la imposición de las empresas transnacionales?, ¿cuál sería esa?

El contenido desnacionalizador y privatizador del neoliberalismo ha generado la reacción nacionalista en América latina. Y como es evidente que nadie puede existir en esta época al margen del mundo, lo que se está produciendo es una convergencia de diversos proyectos. Eso significa que no hay posibilidad de autarquías. Lo que está en juego es si se cambian las relaciones entre las dos partes del mundo.

27.01.10
www.rwiener.blogspot.com

[1] Encuesta del North American and Research Incoporated de Estados Unidos-Venezuela; junio 2005.
[2] “El destino del nacionalismo” Francisco Miró Quesada Rada. “El Comercio” 23.01.10

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