lunes, mayo 31, 2010

Que vuelva Fujimori para que no salgan los terroristas

No sé, amigo lector, si usted ha sentido esta semana, como yo, una sensación que el gobierno de Alberto Fujimori no había concluido como creía, que la transición del 2000-2001 nunca existió, y que la CVR sólo hubiese servido para llenar cientos de páginas con reflexiones que no han producido ningún impacto en la conciencia nacional.

Primero fue la celebración del cumpleaños de la hija del emperador, a ritmo de Thriller, Rock de la Cárcel y Pedro Navaja, que aparte de sus evidentes mensajes: regresan los muertos vivientes, se vacilan con las prisiones y siguen guardando el cuchillo al fondo del gabán; servía para resaltar que en el Perú se puede haber asaltado la caja pública, impulsado escuadrones de la muerte para eliminar opositores, organizado un golpe de Estado y otros crímenes, y burlarse de los peruanos, sin que nadie se escandalice demasiado.

El fujimorismo feliz es como un símbolo de lo que ha pasado en los últimos diez años y que se refleja en las encuestas de intención de voto.

Pero, no ha sido todo. En estos mismos días una prensa de escasa memoria se ha expresado casi por unanimidad con una impresionante nostalgia por la legislación antiterrorista que estuvo vigente hasta inicios de la década, olvidando la inmensidad de injusticias que derivaron de ella, al punto que el propio sátrapa de los 90 tuvo que empezar a corregirlas cuando todavía era presidente.

La misma prensa ha perdido de vista además dónde fue el escenario principal de la guerra, quiénes fueron los que más sufrieron los rigores de la violencia y la militarización, y las múltiples responsabilidades que hubieron en la violación de los derechos humanos; y se ha zurrado también en el derecho de todas las personas a cambiar, y a recuperar su libertad y sus derechos cuando cumplen su pena, etc.

Evidentemente la tranquilidad de las personas es un valor que debe respetarse y que puede ser entendible la resistencia de un grupo de vecinos a tener cerca de una ex presidiaria emblemática. Pero es el mismo derecho al que apelaban los pobladores de Ancón al rechazar la construcción del penal de Piedras Gordas cerca de su vivienda, y nadie les brindó un centésimo de la cobertura de prensa que se ha brindado al caso Berenson en Miraflores.

Lo que más debe preocupar, sin embargo, es que un grupo representativo de personas sea inducido a un odio irracional, al punto de ocurrírsele que la norteamericana podría usar su vivienda para conspirar para atentados que nunca realizó antes de estar presa, o que imaginen que existe una especie de genética de la violencia o de ideología que no se puede sacar de la cabeza que empuja a ciertas personas a tirar bombas, sin ningún objetivo, exponiéndose a volver a la cárcel o a morir en la acción.

Hasta el día de hoy, y después de poco más de quince años desde el fin del capitulo principal de la guerra interna, no se ha contado un solo caso de subversivo que haya salido de la cárcel para volver a las andadas. Pero el país sigue como el primer día. Como que algunos hombres grandes y gordos han declarado en estos días que tienen miedo de Berenson y varias mujeres han insultado a sus ancianos padres y a su bebe cuando llegaban a su casa. A todos ellos y a cierta prensa, yo los escuchaba pidiendo que vuelva Fujimori, el único que puede salvarnos.

30.05.10
www.rwiener.blogspot.com

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