miércoles, marzo 23, 2011

La batalla final

Ya está visto que ni la bendición de Cipriani va a evitar que Ollanta reciba una sobredosis de ataques derechistas en lo que queda hasta la primera vuelta. La cosa ya empezó. Bastó que Humala apareciera segundo en la encuesta del domingo para que las alarmas se enciendan; el dólar empiece a volar en los mercados (¡subió un centavo!) ante una directa invocación de la banca internacional para “refugiarse” en la divisa norteamericana); y otro diario vuelva a sacar testigos del caso Madre Mía cerrado varias veces, que es el mismo que el domingo volvió al tema del dinero de Chávez.

El cambio de discurso y de trajes ha traído un Ollanta al que muchos le reconocen mejor preparación, mayor autocontrol y ninguna insistencia radical. Esto sin embargo no va a impedir que le den con todo, como se vio en el caso de Villarán hace algunos meses, cuyas propuestas estaban hechas para no asustar a nadie y a la que se comparó con Abimael Guzmán por un gesto con el puño, para no hablar de las FARC, Patria Roja y el pánico financiero que anunció Kuczynski, repitiendo lo que había hecho el 2006.

Si en las semanas anteriores Ollanta no era el foco de la pelea era porque lo daban por derrotado, o taponeado como dijo Tafur, para explicar el papel de Toledo robándole banderas y electores. Pero, como se ha visto, el voto rebelde, antisistema, estaba ahí, aunque su titular de hace cinco años insista en haber cambiado y madurado, al punto que uno podría pensar que está diciendo que estaba bien cuando se asustaban de él hace cinco años, pero ahora no.

Pues bien, siguen asustándose. Y en los sectores populares, después de una etapa de desconcierto ante los nuevos acomodos, pasa lo mismo. Algunos dicen que el Ollanta con corbata tiene el polo rojo bajo la camisa y así se tranquilizan. El hecho es que si uno mira la composición del voto nacionalista verá que se basa como en las anteriores elecciones en los sectores D-E, en el sur y el centro, en los barrios empobrecidos de Lima y las ciudades del norte. Al repunte de marzo ya no le entran las críticas de los que vemos con preocupación las concesiones hechas en la campaña, y tampoco le va a hacer efecto los “destapes” derechistas que si algún resultado van a tener es profundizar la polarización.

Algo mucho más profundo que las estrategias electorales conduce a que se haga cada vez más probable un desenlace en segunda vuelta del match político-social que fue postergado en el 2006, cuando el choque de los poderosos contra los emergentes fue interferido y distorsionado por la colada de Alan García en la disputa. En el 2011, Toledo quiso hacer lo mismo, pero desde el saque. Ahora trata de sobrevivir a su caída, mientras la derecha se reagrupa en torno a PPK, el más perfecto exponente del gobierno de los intereses económicos y de la sociedad con Estados Unidos. Al otro lado, casi como un reflejo, se concentran los sectores que reclaman un cambio de verdad.

Tómese nota que en la encuesta del domingo de APOYO un 22% del país le asigna a Ollanta representar mejor la opción del cambio (encima de todos los demás). Pero no para que él cambie, sino para que transforme el país.

23.03.11
www.rwiener.blogspot.com

1 comentario:

Juan A. Cavero G. dijo...

Comenzó la histeria derechista. Al igual que el 20 de Enero de 2006, hoy 25 de Marzo de 2011, El Comercio saca en primera plana un titular alertando sobre el peligro de un triunfo de Humala. Sería bueno que analizaran las diferencias entre lo que prometió y lo que hizo, el actual inquilino de Palacio. La derecha no dormirá tranquila, mientras no tenga a 2 derechistas en la segunda vuelta.