jueves, diciembre 22, 2011

Los cambios de diciembre

Hay una tentación a decir que ahora sí, Ollanta ya se volvió reaccionario y ha entregado la PCM que estaba en manos de un concertador de lujo a un matón en estado puro de emergencia; el ministerio de trabajo a un enemigo de los trabajadores (palabras del general Mora), luego de haber tenido al frente de esta cartera a un ministro con apertura a los sindicatos; y el MIMDES a una fanática religiosa que linda con los grupos de tradición y familia en versión evangélica, en reemplazo a una feminista avanzada y democrática como Mocha García Naranjo.

Eso, sin mencionar los poderes de Valdés (tres ministerios), Castilla (cinco ministerios) y Abugattás (dos ministerios), que inclinan claramente la balanza hacia la derecha. Pero, a pesar de estas evidencias, siempre es bueno preguntarse si es que ha habido una valoración ideológica en estas decisiones, lo que implica determinar si estamos ante caminos sin regreso, nuevas coaliciones y hegemonías definitivas, o frente a la misma ambigüedad e improvisación de las primeras decisiones, que augura otros cambios para más adelante.

¿Qué puede haber hecho de Ollanta un autoritario intolerante, después de haber ensayado la concertación en grado extremo y haberse pasado la campaña electoral evitando las confrontaciones, abonando a una imagen de hombre tolerante, ante una de las peores campañas de demolición de las que se tenga memoria? ¿Qué lo ha alejado de la CGTP a la que hace poco invitó a Palacio para recordarle a sus dirigentes su compromiso con los derechos laborales? ¿Qué ha sucedido con el presidente para comunicarle a una hora a la exministra de la Mujer cómo aprecia sus esfuerzos aunque tenga que desprenderse de ella, y ponerle luego una sustituta en el lado opuesto a sus ideas?

No hay una lógica en estos cambios, salvo la coartada de ser pragmático. Pero quizás lo que esté primando sea una pugna, si se quiere también pragmática, de varios actores en el epicentro del poder, y no sea Ollanta el único que esté tratando ahora de fijar algún rumbo. Puede decirse que Valdés no era nada sin el presidente que, según cuentan, lo encontró de casualidad en el aeropuerto de Tacna y lo reclutó para su gobierno, recordando sus tiempos de instructor militar y enterándose de sus éxitos empresariales. Pero ahora da la impresión de estarse ajustando a la condición de representante de los intereses de un sector militar que actúa dentro del gobierno y que se conecta a través de asesores y hombres de inteligencia.

Castilla, parecía un sobreviviente del viejo régimen pre-Ollanta y una concesión grotesca a las derechas que habían descalificado para gobernar a los colaboradores económicos del presidente. Pero a estas alturas se puede ver que se está produciendo una metástasis de la tecnocracia de Economía y Finanzas hacia el resto del Estado, asumiendo control en áreas productivas, de infraestructura y ministerios sociales, sin que nadie pueda contener esa expansión que estaba en embrión desde hace veinte o treinta años cuando se empezaron a formar las huestes de Ulloa, Rodríguez Pastor, Boloña, Camet, PPK, Carranza y otros exministros que impusieron la escuela de lo que ahora estamos viendo.

Finalmente, si se mira la entrada de Urquizo y Jara como la cuota del Congreso y de la bancada PNP en el gobierno, dentro de la transa de quién manda aquí, lo que se puede concluir es que la llegada de una ministra de la Mujer con cinturón de castidad y nociones evangélicas a los Cipriani, es un subproducto de los equilibrios y las presiones, que confirma que no estamos yendo a ninguna parte. Y que en la pugna que hoy se desarrolla en el gobierno los que no están jugando ningún papel son aquellos a los que Ollanta Humala les debe el poder.

21.12.11
www.rwiener.blogspot.com

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