miércoles, febrero 01, 2012

Dos elecciones

Para explicar el resultado de la segunda vuelta electoral del 2006, solía contar en los últimos años una historia basada en la experiencia personal de una de mis hijas que vivió el proceso de la votación en una comunidad de Huancavelica. Ella decía que en ese lugar no había más que tres mesas de votación que cerraron antes de la hora porque todo el pueblo ya había ido a votar. La gente se había aglomerado en el local de un restaurante cerca de la carretera donde estaba el único televisor al que tenían acceso y que captaba la señal de un solo canal de televisión: Panamericana, que por entonces estaba en manos de Genaro Delgado Parker, que para la elección había contratado a la empresa Peruana de Opinión Pública POP, casi tan desprestigiada como el provisional administrador de la televisora, y que sería la encargada de dar el flash informativo de las 4 de la tarde.

Así fue. Con casi toda la población reunida ante un televisor, desbordando el espacio del restaurante, se escuchó la noticia de POP: 54% para el APRA de la estrella de Alan García y 46% para la olla del PNP de Ollanta Humala (la encuesta de boca de urna de POP fue la menos aproximada al resultado final que se estableció en 52.6% para García y 47.4% para Humala). Todos se miraron desconcertados, como si se tratara de noticias de otro planeta. Pero no pasó ni diez minutos y llegaron los datos de las actas del distrito donde Ollanta ganaba con un promedio sobre 80%. Entonces se oyó un suspiro de alivio y alguien dijo: ah, es que lo de la televisión es lo de Lima, y los demás asintieron.

Al día siguiente ya no había dudas del triunfo del candidato de Lima y de los sectores acomodados, pero nadie expresó alguna protesta o queja. Se hicieron los hombros para arriba y volvieron a su trabajo, con esa sensación de que no había pasado nada salvo la confirmación de que ellos eran los perdedores de toda la vida. De todo esto yo sacaba tres lecciones: (a) lo lejos que pueden estar las percepciones de la gente de la capital y el país moderno que tienen una opinión mediáticamente condicionada, de los pueblos del interior especialmente la sierra rural y la selva; (b) lo opuesto que se aprecian sus intereses; (c) el contraste entre la arrogancia de los ganadores y el escepticismo de los perdedores.

Traslademos estos apuntes a las elecciones de segunda vuelta del 2011: ¿cómo creen que vivieron los huancavelicanos y de muchos otros lugares del Perú profundo, el resultado final? Obviamente como una victoria de los pobres sobre los ricos y de las provincias sobre el centralismo. Tienen que haber dicho, por fin, esta es nuestra victoria, ya no es que votamos de una forma y la encuesta sale de otra. El 4 de junio tiene que haber sido su momento. Y al día siguiente en vez de resignarse a que todo iba a seguir igual, es muy probable que se hayan sentido fuertes y creído que su voto compacto los colocaba en posición distinta frente a las mineras, los grupos de poder, la burocracia corrupta.

01.02.12
www.rwiener.blogspot.com

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