lunes, agosto 20, 2012

Un elefante se balanceaba

Como dice la canción, Castilla fue viendo que podía tener un ministerio (Ministerio de Economía y Finanzas - MEF) y el gobierno resistía, así que decidió pedir uno más (Vivienda). Y así comenzó la cosa. Pasó el tiempo y sumó Transportes, ya que el pobre Carlos Paredes se sentía desamparado con tamaño encargo bajo el único título de “amigo de Nadine”. Derrotó poco después a Burneo en la preferencia presidencial y se apoderó del novísimo ministerio de la Inclusión que iba a contrapesarlo, poniendo los viceministros y convirtiéndolo casi en un anexo del Jr. Junín, lo que también equivalía al ajuste de sus presupuestos.

En la crisis de diciembre el exviceministro de García consiguió meter otras dos carteras en la alforja (Energía y Minas y Trabajo), el primero salido de las canteras de Proinversión, de donde ya había llegado anteriormente el ministro Cornejo, y al otro directamente del equipo de yupies del MEF que creen que los jubilados que viven mucho son un sobrecosto para la economía. Durante el cambio parcial de abril (tras los muertos de Kepashiato) obtuvo un bono adicional con el nombramiento de la nueva ministra de la Producción, que según dicen fue una recomendación directa del hombre del mechoncito. Pero como Ollanta resistía y no parecía alarmarse de la abundancia de tecnócratas neoliberales, en el remezón de ministerial de julio, Castilla agregó uno más a su cosecha y colocó en agricultura a uno más de Proinversión. La cuenta da ocho, ni que decir del alto número de viceministros con las mismas características. Casi todos estos teniendo en común una trayectoria larga en puestos del Estado, muchos de ellos teniendo como punto de partida el régimen fujimorista.

El clan Castilla ha crecido como una mancha de aceite en el último año. Nunca el MEF ha llegado a un poder así. En el pasado podía repartir o restringir dinero, autorizaciones, licencias, impuestos, concesiones, nombramientos, captaciones de personal de otras instituciones, para mostrarse mucho más fuerte que otros sectores. Pero este poder descomedido se ha multiplicado con el control directo de los ministerios productivos y algunos de los más importantes del sector social. Es como si con Ollanta surgiera un Estado dentro del Estado. ¿Y cuál es la nota ideológica de este proceso? Es evidente que la tecnoburocracia luce como una identidad de aparente prestigio, de acuerdo a las pautas de la despolitización que viene de los 90: no pertenencia a partido político y participación en varios gobiernos sucesivos.

Ellos son “técnicos puros”, que saben el “¿cómo se hace?”, para las decisiones del Estado. Son abogados, economistas, administradores, ingenieros, comunicadores, etc. Han asimilado eso de que el Estado tiene límites y que el crecimiento depende de crearle las mejores condiciones a la inversión privada, mientras más grande mejor. Con esta filosofía, se acompañan otros conceptos como saberse mucho más pagados que el resto de la administración estatal porque lo merecen; ocupar cargos, directorios y comisiones especiales a la vez que engruesan sus ingresos; encubrirse en irregularidades y actos de corrupción; favorecer a grandes empresas de acuerdo a sus exigencias; etc. Ollanta Humala ha permitido la autonomía extrema de este elemento y su articulación dentro del gobierno.

11.08.12

www.rwiener.blogspot.com

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