lunes, julio 29, 2013

Ollanta quiso negar la crisis

El primer mensaje que Ollanta Humala ha querido transmitir en su perorata por 28 de julio es que para él no existe crisis ni necesidad de darle alguna respuesta al malestar ciudadano que tiene su punto más alto en las marchas de julio, y que se puede confirmar a través de la lectura de todas las encuestas o de cualquier conversación en la calle.

A pocas cuadras del Congreso donde él hablaba había una extraordinaria concentración de trabajadores y jóvenes que en plenas fiestas escucharon en pie de lucha lo que el presidente iba a decir, para continuar sus movilizaciones. Y Ollanta los ignoró; más aún sus operadores se encargaron de rellenar las tribunas del Congreso con una portátil ayayera que lo interrumpía cada dos minutos.   

El presidente quería decirnos que no está sólo, a pesar de la repartija y de los retrocesos vergonzosos de los últimos meses. Por eso fue además que se retiró a pie hacia Palacio para trasmitir la idea de que no le teme al pueblo. Por supuesto si hay unos 5 mil policías en posición de ataque entre él y la protesta. Pero, lo más importante de todo, Humala ignoró a la calle movilizada. No dijo nada sobre la indignación juvenil o los reclamos de los trabajadores. No tendió ningún puente. Las únicas preocupaciones a tomar en cuenta fueron las empresariales, a las que llenó de ofrecimientos.

Y ahí viene el segundo contenido del discurso, que está dado por una interminable relación de obras, inversiones, proyectos, ideas, todo a la vez, en las que figuran puentes, conexiones eléctricas, cobertura de agua, una consulta previa, montos para el sector salud (que se encuentra en huelga), etc. Nada que apunte hacia alguna modificación del orden existente. Pero a Ollanta le sirve para presentarse como un buen administrador, cuando sus adversarios de derecha le dicen que no hace nada.   

El tercer mensaje, es el que reconoce por primera vez que el ciclo de crecimiento basado en materias primas, aquel por el que el gobierno se batió con tanta brutalidad en el conflicto de Conga, está terminando, y que el Perú se va a tener que apoyar en las reservas y capacidades acumuladas y que tarde o temprano empezarán a debilitarse. Ante esta perspectiva el presidente ha hecho la única propuesta de su discurso: apuntar a llegar a ser un país industrializado, que dependa menos de sus  recursos naturales y más de su trabajo y su inteligencia.

Pero esto no se consigue con cursos de capacitación de jóvenes o con buenas relaciones con los empresarios. La ideología que está impuesta en el país y a la que Ollanta se ha rendido no permite fijarse en objetivos de crecimiento por sectores, ni escalas de prioridades. Si alguien le ha dicho al presidente de que por donde va puede llegar a sacarnos del esquema extractivista, lo están engañando.    

29.07.13

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