lunes, noviembre 04, 2013

Sorpresa de Halloween

La última del Congreso es haber nombrado a Martha Chávez como coordinadora para los derechos humano.

Podrían anotarse aquí cien mil razones para argumentar el siniestro sentido del humor de esta designación.

Pero lo que más sorprende es que la memoria de los tipos y tipas con curul sea tan frágil como para olvidar en poco tiempo lo que pasó con la repartija de julio.

Es que la indignación por la elección de Sousa para el TC y de Freitas para la Defensoría, así como de varios nacionalistas que ganaban lugar aceptando a los otros, tiene un sabor demasiado parecido a la entrega del tema de los derechos humanos al ala extrema del fujimorismo.

Todos tenemos ahora derecho a especular sobre el retorno que el partido naranja deberá hacer por este insospechado regalo. Pero también a suponer que después del cachetazo de la noticia, el movimiento de protesta contra esta nueva barbaridad parlamentaria va a ir en aumento hasta que se caiga la decisión.

Parece cada vez más claro que la idea que muchos tienen del Congreso es que sólo puede funcionar en base a repartijas. Que a Heriberto Benítez, que era el responsable de derechos humanos del Colegio de Abogados, se le ocurra que la Chávez puede hacer algo bueno en este campo, realmente eriza los pelos y hace preguntarse: ¿qué está pasando?

Es obvio que en medio de la crisis de ineptitud y corrupción del Estado, el recurso más fácil de los gobernantes y los medios es trasladar la carga del desprestigio al Congreso donde los escándalos están más a la vista. Eso ocurrió en 1992 y está ocurriendo en estos días. La gente común y corriente ya no cree nada en esa institución, más allá de quiénes sean los congresistas que provocan su molestia, y obviando por cierto las ineficiencias y la corrupción de otros sectores del Estado en los que imperan los pagos bajo la mesa, los contratos con trampa, el desvío de fondos públicos.

Pero si todo autoritarismo piensa en el fondo que el parlamento debe morir para que no existan controles sobre el gobierno, hay que admitir que congresistas como los actuales son aliados voluntarios o involuntarios de los que reclaman que los manden a su casa. El caso Chávez es una barbaridad que se suma a  muchas otras, sin contar las inconductas personales de una gran cantidad de congresistas en funciones.

Cierto es que, por el lado bueno, se retoma el hilo de vigilancia activa que se manifestó hace poco y que fue apagado con la confusión del “diálogo”, que precedió al cambio de primer ministro. Si los que se movilizaron contra la repartija vuelven a la calle, y lo hacen con mayor número y fuerza, el país saldrá ganando y tal vez se vislumbre una alternativa más colectiva y democrática a la crisis política.

04.11.13

No hay comentarios.: