jueves, enero 02, 2014

Pensando en la concentración mediática


Humala acaba de cometer un nuevo error de pensamiento. Luego que Vargas Llosa dijera que en el Perú los problemas con la libertad de expresión no se dan en decisiones de gobierno sino en la monopolización de la propiedad de los medios, al presidente se le ocurrió sumarse a la crítica y sin haber previsto ninguna intervención sobre el tema uso términos como “vergüenza” o “por ahora todavía es legal”, que por cierto le garantizan una cantidad de titulares y editoriales para los próximos días que hasta podrían bajar la frecuencia al interminable tema de López Meneses.

Por de pronto, Alan García ya se mandó con una nueva definición sobre Humala al que caracterizó como velasquismo-chavismo-montesinismo, un Frankenstein armado de distintas piezas en las que se descubre la intención de seguir descalificando las investigaciones sobre sus delitos económicos durante su segundo gobierno y una sacada de lustre a la familia propietaria, antes intensamente antiaprista, y ahora profunda e irremediablemente alanista y keikista.  Coherentemente, el fujimorismo y el PPC, se han sumado al coro de los defensores de la libertad de los Miró Quesada. Así que para todo efecto la banda de los “libertarios” bien puede caber en la expresión: aprismo-fujimorismo-pepecismo.

Pero también los directamente aludidos han estado ensayando la neolengua con la que afrontarán la crisis que ya ha empezado a abrirse. Para esto la primera fórmula es que lo que ha ocurrido entre El Comercio y Epensa es una “asociación”, y ¿qué de malo puede haber en ello?, ¿acaso se puede impedir a las personas y empresas “asociarse”? Pero lo que está a la vista es una compra de acciones y un proceso de absorción de una empresa por otra. No ha habido nada de asociación entre iguales y el gran consuelo que ofrecen los Agois sobre que ellos siguen decidiendo su línea (que es igualita a la de su socio mayoritario), es de una extrema ridiculez, porque lo que es obvio es que jamás podrían ir en contra de los dueños de más del 50% de la empresa, ni en sus decisiones empresariales, ni en las políticas.

También aseguran que ellos no interfieren la libertad de otros. Pero la verdad de la milanesa es que cuando se tiene un nivel de concentración como el que hoy existe se alcanza una posición de dominio sobre los distintos mercados relacionados: publicidad, distribución, compras de insumos, etc., que los demás carecen.  Y en el plano político e institucional se adquiere tal poder que va a ser muy difícil que alguien se atreva a criticarlos, tal como se ve en la actual crisis, con un Humala que empieza a retroceder de su osadía, y una corte de políticos haciendo de alfombra de la empresa hegemónica. Nadie puede competir con una maquinaria de esta magnitud. Tanto es así que hasta la Constitución fujimorista condenó una situación como la que hoy existe.  

02.01.14


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